Capitulo 6
Conociendo a Ángel
No hagas cosas buenas que parezcan malas, ni malas que parezcas buenas
Entre suspirando a la casa, como quería a Joel; en tampoco tiempo toco mi corazón. Me senté, creo que mejor dicho me tire sobre el sillón; repetía en mi mente lo que había pasado. Cuando sonó mi bolsillo; no reconocía el número.
— Bueno –Solté al teléfono.
— Carla eres tu –¡OH! Era Ángel –Porque nos has llegado
— Es que se me hizo tarde, pero en un par de minutos llego.
— No te preocupes voy a recogerte a tu casa.
Le di mi dirección y colgó. Como se había olvida que tenía una... no, cita no, una salida con un amigo. Creo que esa ni mi abuela me la cree. Corrí a mi habitación, difícilmente podía ir con Ángel, con la misma ropa que con Joel.
Agarre una falda gris algo ampón, ya que era lo que menos estaba arrugado en mi guardarropa; la lance de nuevo a un monto de ropa después de pensar que sería demasiado atrevida y me puse mejor un pantalón, pero en mi desesperación por apresurarme me caí al suelo. Busque en los cajones y encontré una blusa de tirantes color azul, con un pequeño listón en abajo del busto. Me vestí rápido y me puse los primeros zapatos que encontré, pero como no encontré nada me puse unas botas negras.
Me mire al espejo y me veía hermosa, mejor que con la ropa que había ido con Joel. Creo que debía cambiarme.
— Tic –sonó el timbre.
Lastima demasiado tarde.
— Yo abro –Grite desde mi habitación.
Abrí la puerta y ahí estaba con pantalón de mezclilla y playera de manga larga roja. Su sonrisa me resultaba familiar, pero no sabía de dónde.
— Creo que alguien se le hizo tarde
— Si
— Bueno vámonos
Cuando salí me sorprendí ver el auto estacionado, era un convertible plateado por lo que podía decir.
— Wau –Dije – ¿Es tuyo?
— Si fue un regalo -Me acerque al auto.
— Esta lindo.
— Es un 8c spider alfa romeo y sabes alcanza velocidad de 290 kilómetros –Se emociona hablando de su auto.
— Te diría cuantos motores de fuerza tiene... pero no tengo idea de que hablas
— Solo sube –Se rio bajito para que no lo escuchara. Mal intento.
Estaba algo nerviosa, más sin saber a dónde me llevaba. Para mí era un total extraño hasta ahora un conocido. Porque había aceptado me lo pregunte. Empezaba el reconocer el camino por donde veníamos, estábamos hiendo al centro comercial “Espacio Sideral”, era el más grande de la ciudad. Construido hace unos pocos años y ya era considera uno de los centro comerciales más reconocido, por tener un poco de todo.
Se metió al estacionamiento, el muy cortes se bajo rápido y me abrió la puerta como todo un caballero.
— Bueno señorita a donde quiere ir –Pregunto cortes.
— No se –Para ser una chica, no era muy amante a las compras; digamos que me estresa tener tantas cosas a mi alrededor y querer llevarme media tienda. Mis padres no pueden dar todo –Que tal tomar un café.
— Vamos al café “Kiss” –No me gusto mucho el nombre será sugestivo.
— Que tal al “People” –Es un café muy concurrido, no habría para nada privacidad.
Asintió y entramos. Cada vez que venía aquí me fascinaba ver los aparadores llenos de ropa de todos colores. Pero como por lo regular casi nunca salgo; Ángel se separaba de mí casi medio metro, bueno si quiera podía estar tranquila de que no se estaba acercando.
Cuando llegamos al café “People”, había un letrero en la entrada.
Lo sentimos por reparación del café y por unas buenas merecidas vacaciones no abriremos el resto de la semana.
Terminamos hiendo al café “Kiss”, me sentía nerviosa al entrar. Este lugar era conocido también como el café de los enamorados, tiene demasiada intimidad. Era perfecto para una cita, es describirlo y me quedaba corta. Cortinas semi transparentes colgaban de todos lados; Haciendo difícil ver que pasa detrás de ellas. Cuando vino camarera y le pedí un café Americano con crema Irlandesa, mientras que Ángel pudio un capuchino con moka.
— No muerdo Carla
— Lo sé –Dije tímidamente.
— Entonces porque estas tan seria.
— Así soy.
— ¡UH!, si te he visto en mi salón y no eres para nada así –Eso era de los más cierto, cuando estaba con esas dos nada nos callaba y después de las travesuras que hacíamos; a veces no me la creí que tuviéramos 16 años.
— Bueno es que no se bien tus intenciones... conmigo –lo ultimo creo que nada mas yo lo podría escuchar.
— Bueno solo digo que mis intenciones son buenas
— Seguro –No respondió –Es que apenas y te conozco, solo he hablado una vez contigo.
— Bueno eso sí, pero es para conocerte mejor.
— No creo que esto funcione –Respondí medio cortante. No podía hacerlo eso a mi amiga, yo misma no me lo perdonaría.
— No creo que me comprendas, yo no voy detrás como Novia...
— Entonces –Pregunte volteando a ver a la mesera que trae nuestros cafés.
Agradecimos los dos lo cafés, Ángel pidió una rebanada de pastel de paso. No dijo nada hasta que le trajeran su rebana enorme de pastel de chocolate. Se me hacia agua la boca solo de ver la rebanada de pastel.
— Yo solo quiero ser tu amiga –Se metió un pedazo enorme de pastel.
— Si eso dicen todos – Se atoro en la garganta el pedazo.
Le pegue en la espalda esperando que se le bajara el pedazo de pastel, solo a él le pasa por tragón. Se tomo casi de un trago todo el café.
— Mejor –pregunte aguantándome la risa.
— Si –Me miro serio –Quiero que confíes en mi -Tomo mi manos – En serio que no quiero nada de lo que piensas Carla.
— Bueno cambiemos de tema – Quitando sus manos de las mías.
— De que quieres hablar.
La tarde no la pasamos hablado de esto de lo otro, me la estaba pasando bien; En un par de horas él sabía mucho de mí, no deja de preguntarme que me gustaba o sobre los lugares que conozco; me pregunto sobre mi infancia, era raro que como todo los demás no me digiera que malo no recordar nada. Si no que se salto el tema después de que le dije eso.
Bueno mejor para mí; pero mi curiosidad creció junto con la de él. Lo que más me sorprendió fue cuando él me hablo sobre su familia.
— ¿Tienes hermanos? –Pregunte.
— No
— ¿Hermanas?
— Tuve
— ¿tuviste?
— Es cuando era más pequeño, mi hermana se perdió después de la muerte de mis padres.
No quise preguntar mas sobre el tema de familia, me pregunto que se sentirá. Me sentí mal por él; perder todo lo que más querías de unos días para otros. Eso debe ser horrible, me alegra tener a mis padres adoptivos.
— Entonces vives con algún pariente
— Bueno sí y no.
— ¿Como esta eso?
— Es cuando murieron me dejaron un como una herencia, pero se la encargaron a nuestro mayordomo; lo considero como parte de la familia, el siempre estuvo junto a nosotros. El día que se perdió mi hermanita, el no estaba en casa –en su mirada podía ver toda la tristeza contenida –Desde la muerte de ellos vivo con él.
— No sé qué decir, siento a ver sacado el tema.
— No te preocupes, también ha de ser incomodo cuando te preguntan sobre tu memoria.
— Sí, pero nadie ha comprendido bien –Lo mire –Nadie comprende que a veces me da miedo saber que no recuerdo... quienes son mis padres... o que perdí... qué tal si me escape de una casa donde me golpean. Cuando me encontraron dicen que tenía algunos rasguños y moretones.
Los dos vivíamos con un pasado que nos atormentaba, que no hacía pensar que hicimos para merecer esto. El pago la cuenta aunque yo discutí pagar la mitad, pero me ignoro. El camino de regreso fue igual de silencioso que el de venida. Cuando aparto delante de mi casa me sorprendió ver la moto de Joel delante de ella.
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